El silencio y la tranquilidad, se añaden a las vistas en 360º de las montañas que rodean el complejo. La piscina hace las delicias en los días de calor, y en las tardes de lluvia el Corral-Bar permite pasar una buena tarde tomando algo, conversando o jugando unas partidas de ping pong. La decoración muy cuidada, dedicando esmero a los detalles. Qué decir de los propietarios: encantadores y muy amantes de los animales, te reciben con los brazos abiertos y hacen lo posible por hacer perfecta la estancia. Pongo y Xicarró (perros) y Mel i Mató (gatos) completan la familia de Masia Solanes. Somos asiduos al lugar y ya nos sentimos como en casa. Muy muy recomendable, para familias, amigos… y mascotas!